domingo, 10 de octubre de 2010

De pronto aquí

Después de tanto tiempo viviendo en el anonimato típico de las grandes ciudades y sin querer publicar mis propósitos y propuestas (de vida, de calle y, nuevamente, de vida), he decidido escribir y mostrar. Las cuales son dos cosas completamente distintas al momento de uno mismo, pero muy vinculadas a los deseos que trae consigo el lenguaje puesto en marcha como un ejercicio creativo... Podría decir que mi intención surge en la necesidad de experimentar esto antes de la llegada de ese preciso y precioso momento otorgado por la vida para que comiencen a funcionar mal las cosas en el hexágono molecular de mi pequeña estructura humana.

De esta manera, gracias a mis amigos blogueros (Carlos Alfredo y Yoani), quiero ser bautizado desde esta trinchera. Prometiendo tratar de jugar en la rayuela: de las imágenes del día a las palabras, de las cosas que pienso y no escribo, de las cosas que veo y callo y de las que hablo y no apunto con el simple impacto del grafito sobre el maldito papel para no olvidarlas.

Este espacio quizás se torne en mi templo sagrado para exaltar a la palabra escrita en mis planes. Tratando de romper con esas propuestas tontas que piensan existe una verdadera barrera entre el lenguaje popular y el académico, cuando realmente se trata de su uso correcto. También, contra esos que asumen su participación en la revolución pensando que por romper con las estructuras abstractas y transformadoras de la poética o por ensuciar sus textos como si fuesen productos residuales tirados en una papelera de baño, sus trabajos serán más novedosos, reveladores y contundentes para sus fines salvajes de reproducción política; tornándose así, en un arma mortal e insegura al servicio de la simple y vulgar propaganda ideológica. Sin miedos, puedo decir que creo en el don poderoso de la palabra, como lo cree mi amigo y maestro Rafael Strauss; como lo creyó mi amigo Carlos Monsiváis y el muy entrañable Quijote latinoamericano y universal, José Lezama Lima, nuestro gordo.

Como propuesta de ensayo de vida, huelga decir, no quiero perder de vista esta oportunidad. Porque cuando se comienza a pasar de los treinta vamos perdiendo las esperanzas de ser correspondientes para algo en la mismísima vida; así que trataré de dar de qué hablar y leer.

Como muestra de un ejercicio introspectivo, vamos a decir que:

Desprendido de todo y nunca de nada, viviendo en una ciudad cual si fuera las manos de un percusionista cuando golpea el bongó, lejos de ser el elegido, creyendo en la búsqueda de un mundo mejor, harto del fracasado ensayo y error, contra los hegemonismos y más adverso de los que dicen que son contrahegemónicos pero no son, en la aproximación de una aventura a través del lenguaje, ignorado por lo que quiero hacer con mi vida, sin ser militante ni creer en la misma, hijo de la mujer más hermosa de mi pueblo, amante en secreto de las imágenes musicales de los compositores del siglo XIX, carente de la belleza y admirador de la misma, personaje principal de una caricatura que se desdibuja a si misma, cercado por la sobrepolitización, carente de propaganda que no sea más que el hedonismo propio, creando mi propia sociedad de consumo, cauteloso de no caer en la burocracia pero caído en el intento de pisar en el lado más seguro, fugitivo del tiempo valioso cuando tengo poesía frente a mis ojos, compartiendo mi trasnocho entre drogadictos de mi calle, promotor de una política más erótica y menos antropófaga, enrevesado y enrebelado conmigo mismo y, sobre todo, fuera de la ballena... De esta forma muestro a la gran humanidad de lectores, mis deseos.

Si me siguen, los quiero mucho. Si no es así, al menos me quiero.

Antes que nada quiero agradecer a la chica del Tannhaüser que, a través de sus vueltas en la cabeza y en sus pies, me permite cada día liberarme más, cual si fuera un deleitoso terremoto producido por la acumulación del deseo o, simplemente, formo ya parte de sus vueltas cual colibrí tratando de jactarse del néctar de la única orquídea existente en cualquier isla del océano Pacífico. Y digo esto porque parte del trato era que la describiera en mi primera intervención en el blog.

Así que sólo me queda dejárselo a Wagner con su Tannhaüser para que las concordancias exactas y milimétricamente colocadas en el pentagrama, no dejen descansar las manos de los músicos y así hablen por mi. Mientras voy tranquilo a mi propio origen herbívoro y al metafísico a su lado.